sábado, 23 de mayo de 2009

Recibi un poema de una gran persona, mi Demian de cabecera, un lobo de las altas estepas y la mascota del mismo Saratustra, mascota sin cadenas como halcon que vuela y vuelve, si quiere, si puede, si debe. Aquel que me inspira a escribir en este blog, sobre estos temas y en estos dias.

Sin embargo el poema es de un amigo poeta suyo, chinchuí, que merece publicarse. Pero atención, solo para locos...



A un loco:

Algunos señores, los ebrios. Manifestaron su condición bajo los múltiples signos de evidencia popular.

Otros, harapientos. Caminaron mirando al sol sin decir una palabra perceptible al tímpano.

Ambos, rezaron desde el alba el absurdo de no saber cómo y a qué llegaron al mismo espacio.

Así, por mil caras; por mil dioses multiplicaron los gestos históricos y el comportamiento. El barrio tomo nota poéticamente. Los discursos se desvanecieron en súplicas y al fin solo fue atino, espera y locura.

Por mi parte casi di el gran salto, allá, en el inefable espacio viscoso, irreconocible. Luego oculté mi gesto y a pesar de ello no logré desembarazarme de ellos ni un segundo. Me quedé impávido, latente. Mudo.

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